Tras la tarde-noche sabatina
lluviosa y cuasi invernal, y el cambio de hora prescriptivo, amanece un día
soleado… Hoy es el último domingo de octubre y los Caballeros Veinticuatro
ubetenses han invitado a incondicionales amigos para rememorar los cien años en
que Antonio Machado vino a instalarse en Baeza durante nueve años de su
desgraciada vida (1912-19). La cita es a las nueve de la mañana en las puertas
de la SAFA ubetense, pese al tiempo que haga...
Han sonado nueve
campanadas en la torre de la iglesia de los Jesuitas cuando se acaba de
constituir el grupo: son siete amantes del paseo y la reclamación pacífica y
utópica, aunque en un principio iban a ser más. Número cabalístico, por cierto…
Tres son caballeros veinticuatro y el resto amantes de la reunión amistosa y
reivindicativa, culturalmente hablando… Dos de ellos lucen sus bicicletas,
jugando a ser niños grandes, hilando una madeja de trayectorias -yéndose y
encontrándose, una y otra vez, con los improvisados paseantes machadianos- pues
todos quieren recorrer parte de la ruta que Machado hacía entre Úbeda y Baeza…
Hace un frío
intenso que no les arredra para ir bordeando el antiguo camino de Úbeda a
Baeza; que ya no es el original y el que hiciese nuestro poeta, y que ha sido mancillado -¡cómo corroe el
tiempo y los intereses mundanos…!- pues ha sido invadido por construcciones y
olivares que lo hacen difícil de seguir, incluso borrando su original trazado.
No obstante, los siete amigos van caminando -o pedaleando- todo el trayecto
charlando de todo lo divino y humano que pasa por sus mentes: de lo antiguo y
de lo cotidiano, de la filosofía de la vida, de la política y la actualidad más
palpitante que nos envuelve…; pero especialmente se habla de Antonio Machado, aunque
su recuerdo central se hará ante la Encina Negra, en el camino del Cortijo del
Encinarejo.
Debido a las torrenciales
lluvias de ayer el camino está mojado y grandes charcos reflejan la cristalina
luz que el sol les regala tan de mañana. El barro, fiel acompañante por estos
pagos y caminos, se les hace incómodo compañero cuando cogen el camino del Encinarejo,
donde una docena de encinas, que están plantadas a la vera del camino, los
miran reivindicando su mantenimiento para que se les tenga en cuenta como patrimonio campesino andaluz, no
sea que algún desalmado piense cargárselas en aras de una mejor plantación de
olivares u otro equivocado proceder… No pueden faltar las fotos de rigor que
servirán de memoria fotográfica de lo allí acontecido.
A los pies de
la Encina Negra, donde los intrépidos caballeros veinticuatro han colocado la pancarta
reivindicativa, reza:
”ANTONIO MACHADO 1912-2012
… y la encina negra
a mitad de camino
entre Úbeda y Baeza…
Un grupo de ubetenses atendiendo a la llamada de los Caballeros Veinticuatro,
se daban cita en este paraje para homenajear a la figura de Antonio Machado con
motivo de cumplirse el centenario de su presencia por estos pagos y de paso
reivindicar la protección y puesta en valor de estas doce encinas centenarias.
El Encinarejo de Úbeda a 28 de octubre de 2012. “
Atanor, desde
lo alto de la peña, lee un escrito elaborado por Heráldico, que no ha podido
asistir pues un ineludible viaje le ha reclamado. En él presenta algunos de los
datos que recogerá su futura obra sobre el Cortijo del Encinarejo, donde se libró
una enconada batalla entre las tropas carlistas e isabelinas; y que ganaron las
tropas reales. Comenta, también, lo que parece ser políticamente incorrecto,
aunque cierto: las idas y venidas del poeta por este camino del Encinarejo en
busca del solazamiento sexual que daban las mancebías ubetenses de entonces…
Luego, otros dos
componentes del grupo declaman varios poemas con el fin de coger el tono poético
que el acto en cuestión requiere, pues disponen del libro Campos de Castilla para hacerlo: “El tren”, “Del paso efímero”, “El
mañana efímero”... Mercader lee algunas frases famosas atribuidas a Machado.
Todas las lecturas resuenan en medio de los olivares, y ante la Encina Negra,
como si el tiempo no hubiese transcurrido, como si en un siglo el hálito de
nuestro admirado poeta no se hubiese movido de allí… Después recorren el
paraje y visitan los pocos vestigios que quedan del mencionado cortijo… Se
hacen las fotos de rigor y emprenden el camino de vuelta. Aunque hay un
caminante, para más señas archivero, que con su proverbial memoria declama a
vuela pluma, algunos poemas de Machado y de otros poetas (Jorge Guillen, Gloria
Fuertes…) a la vuelta del camino, con gran regocijo de todos…
Ya en el punto
de partida, volvemos a retratarnos. Acaban de sonar las doce campanadas,
recordándonos que hemos estado tres horas caminando -en alegre amistad- en pro
de ciertas reivindicaciones y disfrutando de la docta compañía de un puñado de utópicos
ubetenses. Ellos aún creen que la cultura y el saber no deben tener manos políticas
que las dirijan sino que debe ser el pueblo llano, como diría Machado, el
verdadero tesorero de esa filosofía de la vida, aunque cambien los tiempos y
las consignas...
Se despiden con
la foto de grupo y, alguno, ante la dolida queja de que, en este viaje, no
hayan disfrutado de cerveza y tapas gratis, como en la pasada excursión
romántica del Puente de Ariza… Todo sea en aras de la memoria histórica, bien
entendida…
Úbeda 28 de octubre de
2012
Fernando Sánchez Resa
Puestos del todo a rimar
ResponderEliminarPoco perderá esta tarde
el órgano constitucional
(Juan de Mairena lo diría así, poco más o menos, aunque sin lima)