Foto: JASA
Después de unos meses
de tregua, los cuales nos han servido para hacer acopio de víveres, limpiar el
armamento, reponer la munición y arneses, reparar nuestras murallas, almenas y
matacanes, emprendemos una nueva cruzada en defensa de nuestro patrimonio como
bien rigen nuestras ordenanzas y nos lo recuerda nuestra conciencia de
ubetenses comprometidos.
Convencidos
estamos que los tiempos que corren con una crisis agarrada a nuestras gargantas
y nos está asfixiando cada vez más a la par que vacía nuestros bolsillos, las
arcas de los distintos estamentos públicos también se encuentran bastante
enjutas. Estamos convencidos de que hay otras prioridades que afrontar antes de
meterle mano a un edifico o monumento que, para colmo, no se queja por muy
abandonado que esté, por muchas grietas que tenga, por muchos palomos que le
caguen encima o por la muy desastrosa o poco acertada que haya sido su reparación.
Siempre se ha dicho que las piedras son “Testigos mudos”.
Pero
a veces y de vez en cuando, nos dan alguna que otra satisfacción, sobre todo
los que tienen el poder de intervenir en ellos. Decimos esto por las obras de
emergencia que se han llevado a cabo recientemente en la torre y fachadas de la
iglesia de la Stma. Trinidad. Hace unos meses se desprendieron trozos de piedra de su cornisa que no
lastimaron a nadie, pero sí pusieron sobre aviso para acometer una intervención
pronta que consolidara lo desmoronado y de paso limpiara las caras más visibles
de este céntrico templo. Y el obispado, propietario del inmueble, ha sido el
que ha tenido que salir al paso. El resultado final es satisfactorio y los que
han ejecutado la obra han hecho un buen trabajo a pesar del bajo
presupuesto.
¿Se
podía haber hecho más, por muy poco más? ¡Creemos que sí, sobre todo para
atajar el problema de fondo que son las palomas! Porque al ver la inversión que
se hizo para esta intervención, que no restauración, y los gastos que llevaba
consigo el majestuoso andamiaje que se tuvo que montar, vino a nuestra mente
aquél Plan “E” de un anterior gobierno donde -en algunas ocasiones- el cartel
anunciador tenía más coste que el dinero invertido en la obra. Pero algo es
algo y pesar de todo y desde aquí, nuestro colectivo aplaude la intervención que
ha dirigido Manuel Martos Leiva, sabiendo de buena tinta que ha actuado de motu
proprio en más zonas de las concertadas en el proyecto.
Sobre
nuestra opinión con relación al mortero de cal y arena “calicanto” empleado
para sanear las juntas, diremos que no hubiese costado mucho igualar el color
de la piedra, principalmente para la portada oeste de la Santísima Trinidad, aunque
nuevamente ahí entre el presupuesto. Del mismo modo decimos y sabemos que, con
el paso de unos meses, la lluvia y la contaminación ambiental, dará la pátina
necesaria para que no desentone tanto esta mezcla, que por otro lado es la casi
misma que tenía anteriormente y que se empleaba antaño en este tipo de edificaciones.
Foto: Lorenzo Rodríguez Alhambra
No hay comentarios:
Publicar un comentario